2 de septiembre 2018 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Hay que poner atención, cuidado con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes. Herodes malo, asesino y los fariseos hipócritas. Jesús recuerda (a los apóstoles) cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos no entendían, porque el corazón estaba endurecido `por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quien era el culpable de haberse olvidado el pan. Estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano, el hombre es capaz de hacer mucho bien. Por ejemplo, la Madre Teresa, una mujer de nuestro tiempo. Todos somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos, no dejándoles crecer con libertad, no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos. Por eso es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que lo destruye todo (17-2-2015).
Deuteronomio 4, 1-2.6-8: Moisés habló al pueblo diciendo: Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os va a dar. Estos mandatos son vuestra son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente. Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?.
Salmo 14, 2-5: Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Santiago 1, 17-18.21b-22.27: Todo regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación. Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas. Acoged con docilidad esa palabra que ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas. Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos. La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo.
Marcos 7, 1-8.14-15.21-23: Se reunieron junto a Jesús un grupo de fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras? Él les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Y añadió: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.