10 de junio 2018 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: El reino de Dios es una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte de él es necesario ser pobre en el corazón; no confiar en las propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios; no actuar para ser importante ante los ojos del mundo, sino preciosos ante los ojos de Dios, que tiene predilección por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia (14-6-2015).
Génesis 3, 9-15: Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: Dónde estás. Él contestó: Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo y me escondí. El Señor replicó: ¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer? Adán respondió: La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí. El Señor dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?. Ella respondió: La serpiente me engañó, y comí. El Señor dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.
Salmo 129, 1-8: Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
2Corintios 4, 13-5, 1: Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó a Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús, y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, sabiendo que cuantos más reciban la gracia mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una sólida morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.
Marcos 3, 20-35: Jesús llega a casa y de nuevo se juntó tanta gente que no lo dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sus cabales. Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Tiene dentro a Belcebú y expulsa a los demonios con el poder de Belcebú. El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido eternamente no puede subsistir, una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se revela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramplar con la casa. En verdad os digo que todo se le puede perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que diga; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. Él les pregunta: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?. Y, mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.