19 de noviembre 2017 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: El Evangelio de este domingo es la parábola de los talentos tomada de san Mateo. El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón… Sus bienes más preciosos. Este es el patrimonio que Él nos confía. No solo para custodiar, sino para hacer fructificar. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen. Es como si nos dijera: Aquí tienes mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y haz amplio uso de ellos. Y nosotros, ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos contagiado con nuestra fe? (16-11-2014).
Provervios 31, 10-13.19-20.30-31: Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?, vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.
Salmo 127, 1-5: Dichoso el que teme al Señor.
1Tesalonicenses 5, 1-6: En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo paz y seguridad, entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está en cinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
Mateo 25, 14-30: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.