17 de Abril 2016 – Domingo. Leed la Biblia, la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: El cuarto domingo del tiempo de Pascua se caracteriza por el evangelio del Buen Pastor, que se lee cada año. El pasaje de hoy refiere estas palabras de Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno (jn 10, 27-30). En estos cuatro versículos está todo el mensaje de Jesús, está el núcleo central de su evangelio: Él nos llama a participar en su relación con el Padre, y esta es la vida eterna. Jesús quiere entablar con sus amigos una relación que sea el reflejo de la relación que Él mismo tiene con el Padre: una relación de pertenencia recíproca en la confianza plena, en la íntima comunión. Si yo me siento atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza y Jesús es todo esto en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, especialmente las llamadas a una especial consagración. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él.
Hechos 13, 14.43-52: Pablo y Bernabé desde Pergue siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos le dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra”. Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron mucho y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna, creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Salmo 99, 2-5: Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Apocalipsis 7, 9.14b-17: Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y uno de los ancianos me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.
Juan 10, 27-30: Dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.