11 de Noviembre 2012 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Mundo: Hacer cualquier cosa por lo que puedan pensar los demás es perder el tiempo: la opinión de la gente se seca como flor del campo y es mudable. ¡Lo que importa es la opinión de Cristo, que ama al hombre!
Fe: Esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.
1R 17, 10-16: El profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba. Mientras iba a buscarla, le gritó: Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan. Respondió ella: Te juro por el Señor tu Dios, que no tengo ni pan; Me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos. Respondió Elías: No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”. Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Salmo 145, 7-10: Alaba, alma mía, al Señor.
Hb 9, 24-28: Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, Cristo tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá sin ninguna relación al pecado, para salvar definitivamente a los que lo esperan.
Marcos 12, 38-44: Enseñaba Jesús a la multitud y les decía: ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en la sinagoga y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los vienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa. Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.