Archivo de septiembre de 2010

Lectura diaria de la Biblia

martes, 21 de septiembre de 2010

21 de Septiembre 2010 – Martes

 

Mundo: En lugar de escandalizarse el mundo porque Cristo llama a un publicano y come con los pecadores, deberían seguir el ejemplo de estos e ir a Cristo.

 

Fe: Misericordia quiero y no sacrificios: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

 

Vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: ¿Cómo es que vuestro muestro come con publicanos y pecadores?. Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

 

Ef 4, 1-7.11-13; Sal 18, 2-5 . Mateo 9, 9-13 

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 20 de septiembre de 2010

20 de Septiembre 2010 – Lunes

 

Mundo: Aunque se esté con un candil encendido, no puede verse su luz si se cierran los ojos: así hacen los que dan la espalda a la salvación que viene de Cristo.

 

Fe: Jesús es la luz del mundo, y los cristianos participamos de esa luz, para que el mundo a oscuras encuentre la puerta de la salvación.

 

Dijo Jesús a la gente: Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o hacerse público. Haber si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.

 

Pr 3, 27-34; Sal 14, 2-5 . Lucas 8, 16-18

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domingo, 19 de septiembre de 2010

19 de Septiembre 2010 – Domingo

 

Mundo: Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

 

Fe: No podéis servir a Dios y al dinero.

 

Am 8, 4-7: Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?. Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado de trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

 

Sal 112, 1-8: Alabad al Señor, que alza al pobre.

                                            

1Tm 2,1-8: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracia por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Esto es bueno y grato ante los ojos de nuestro salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento-, maestro de los paganos en fe y verdad. Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones.

 

Lucas 16, 1-13: Dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerza; mendigar, me da vergüenza. Ya se lo que voy a hacer para que cuando me echen de administración, encuentre quien me reciba en su casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: cien barriles de aceite. Él le dijo: Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe “cincuenta” Luego dijo a otro: Y tú, ¿Cuánto debes? Él contestó: cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu recibo: Escribe “ochenta”. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿Quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quien os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

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sábado, 18 de septiembre de 2010

18 de Septiembre 2010 – Sábado

 

Mundo: Dios siembra su palabra, pero se pierde la simiente cuando cae al borde del camino, en terreno pedregoso o entre zarzas: los que viven de espaldas a Dios.

 

Fe: Los de la tierra buena son los de corazón noble y generoso, que escuchan la palabra y la guardan y dan fruto perseverando.

 

Se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarza, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: el que tenga oídos para oír que oiga. Entonces le preguntaron los discípulos: ¿Qué significa esa parábola? El les respondió: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es este: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.

 

1Co 15, 35-37.42-49; Sal 55, 10-14 . Lucas 8, 4-15 

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viernes, 17 de septiembre de 2010

17 de Septiembre 2010 – Viernes

 

Mundo: Acompañan a Cristo son un puñado de discípulos y amigos, pero el vino al mundo para todos, especialmente para los perdidos y alejados.

 

Fe: La misión de Cristo, y del cristiano, es anunciar el evangelio del reino de Dios, cada cual en su circulo vital: familia, compañeros, amigos….

 

Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

 

1Co 15, 12-20; Sal 16, 1.6-8.15 . Lucas 8, 1-3

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jueves, 16 de septiembre de 2010

16 de Septiembre 2010 – Jueves

 

Mundo: Cristo come con los fariseos y se deja tocar por una pecadora pública: todos pueden acudir a él, porque no tiene asco de nadie, y a todos acoge.

 

Fe: Tus pecados están perdonados, tu fe te ha salvado, vete en paz.

 

Un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: si este fuera profeta, sabría quien es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora. Jesús tomó la palabra y le dijo: Simón, tengo algo que decirte. Él respondió: Dímelo, maestro. Jesús le dijo: Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con que pagar, los perdonó a los dos ¿Cuál de los dos lo amará más? Simón contestó: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Jesús le dijo: Has juzgado rectamente. Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: Sus muchos pecados están perdonados porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados están perdonados. Los demás convidados empezaron a decir entre sí ¿Quién es éste que hasta perdona pecados?. Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz

 

1Co 15, 1-11; Sal 117, 1-2.16-17.28 . Lucas 7, 36-50 

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martes, 14 de septiembre de 2010

15 de Septiembre 2010 – Miércoles

 

Mundo: La Virgen María es la madre y el refugio de los pecadores. Por eso todos pueden rezarle: Ruega por nosotros, pecadores…

 

Fe: María es el último gran regalo de Jesús a sus discípulos: Ahí tienes a tu madre.

 

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

 

Hb 5, 7-9; Sal 30, 2-6.15-16.20 . Juan 19, 25-27 

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lunes, 13 de septiembre de 2010

14 de Septiembre 2010 – Martes

 

Mundo: Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo: todo hombre, por muy lejos que esté de Cristo, tiene en él la salvación.

 

Fe: Si los israelitas miraban la serpiente de bronce se curaban: cuando se mira con fe al crucificado se cura de todo el mal que anida en el corazón y lleva a la muerte.

 

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 

Dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

 

Nm 21, 4b-9; Sal 77, 1-2.34-38 . Juan 3, 13-17 

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lunes, 13 de septiembre de 2010

13 de Septiembre 2010 – Lunes

Mundo: Si un centurión romano acude a Cristo, ¿por qué no puede un alejado acercarse a quien tiene la respuesta a sus interrogantes vitales?

Fe: El cristiano es consciente de que si Jesús viene a su vida, especialmente en la eucaristía, no es por sus méritos, sino por la bondad divina.

Cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga. Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace. Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe. Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

1Co 11, 17-26.33; Sal 39, 7-10.17 . Lucas 7, 1-10 

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domingo, 12 de septiembre de 2010

12 de Septiembre 2010 – Domingo

 

Mundo: Habrá gran alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

 

Fe: Me pondré en camino a donde está mi padre: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Todos somos pecadores, necesitados de conversión.

 

Ex 32, 7-11.13-14: Dijo el Señor a Moisés: Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un toro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”. Y el Señor añadió a Moisés: Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso déjame: Mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo. Entonces Moisés suplicó al Señor su Dios: ¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac y Jacob a quienes juraste por ti mismo diciendo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

 

Sal 50, 3-4.12-13.17.19: Me pondré en camino a donde está mi padre.

 

1Tm 1,12-17: Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un violento. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía, Dios derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor cristiano. Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: Que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Lucas 15, 1-32: Se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: Ése acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme, he encontrado la moneda que se me había perdido”. Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. También les dijo: Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre le repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y, llamando a uno de los mozos le preguntó que pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”.