Unas sencillas claves para entender un poco el origen de la crisis en la economía española.
lunes, 11 de enero de 2010Muchos lobos a comer de una sola presa (construcción) O lo que es igual: muchos a repartirse una apetitosa tarta y todo soportado por un consumidor cada vez más frágil e indefenso. Por supuesto que muchos hemos sido feroces consumidores de piso, pero unos con mayor respaldo económico que otros. Constructores, promotores y especuladores, operando sin escrúpulos, con la excusa de que la demanda les autorizaba a subir los precios a su antojo.
Todos recordamos cuando un piso de tres millones de pesetas (en un pueblo de Madrid) se podía pagar con una hipoteca a diez años, treinta años después ese mismo piso valía treinta y tres millones (analicen la subida) La gran mayoría de obreros de este país, hoy con cincuenta o sesenta años, se compraron un piso no sin esfuerzo pero sí con un solo sueldo en muchos casos y con alguna que otra hora extraordinaria. Recordemos que en aquellos años eran menos las mujeres que trabajaban fuera de casa. Hoy en el 2009 se necesitan 30 ó 40 años para pagar la hipoteca del piso, incluso trabajando el matrimonio. Observamos que en los últimos treinta años, de día en día ha habido más desfase entre el sueldo y la letra de la hipoteca (el colmo del crecimiento fue del 2000 al 2007. Es por esa razón, por lo que se han ido ampliando los plazos para adaptarse a las diferentes economías de los compradores. Como vemos se acusa más la hipoteca en relación al sueldo, por el monto que representa; habiendo además otros gastos básicos e imprescindibles que minan todas las pequeñas economías familiares, ahogando sobre todo a la clase obrera y en ésta a los que menos recursos tienen.
Gastos ineludibles: Hipoteca del piso, contribución, comunidad, luz, gas, agua, calefacción, teléfono, Internet, coche, gasolina, bancos, IVA, otros impuestos estatales… Si partimos de que estos gastos son absolutamente inevitables, en ellos observamos sin ningún genero de duda que radica el caos económico que estamos padeciendo ¿Qué decisiones se puede esperar de aquellos consejos de administración, de empresas suministradoras (multinacionales y locales) que solo quieren crecer y crecer lo más rápidamente posible sin importarles nuestra economía o que no lleguemos a final de mes? Creo, que son muchos los individuos entre aquellos que mueven los hilos de la macroeconomía, que están bastante faltos de tacto, dada su ambición desmedida. Su interés en hacerse multimillonarios en el menor tiempo posible les ciega. ¿Como podrán ser ese ansia y creer que el consumidor va a seguir pagando indefectiblemente todo aquello que le pidan? Hoy han dejado de comprar pisos, mañana se tirarán a la calle pidiendo regeneración. Seguimos: Solo quieren vender y vender aunque para ello los compradores nos veamos obligados a hipotecar nuestra vida, que ya nos falta poco. A que ruina más grande nos están llevando estos desconsiderados capitalistas. Si no trabajamos, malo, porque nos quitan los pisos los bancos, si trabajamos, no nos queda tiempo para disfrutar de la vida. La clase obrera, los agricultores, los autónomos y los pequeños empresarios, están como estigmatizados, y siguen siendo los pobres de la película. Los políticos y los funcionarios inmunes ante la crisis que estamos padeciendo, más diría yo, como no dejan de subirse los sueldos, cada día tienen más poder adquisitivo, en la medida de que casi todo está bajando en espera de estimular la demanda.
Y volviendo al tema de los pisos ¿Por qué un piso, en las grandes urbes, que cuesta hacerlo setenta mil euros o menos, se tiene que vender por 120, 180, 240 ó 300 mil? ¿Es acaso una obra de arte? ¿Por qué el estado viendo que el sentimiento especulativo invadía todo aquello que rondaba a un proyecto de urbanización de viviendas no actuaba? ¿Por qué el estado no contrarrestaba esa subida tan alarmante, construyendo viviendas realmente sociales? ¿Sería porque él también participaba en beneficios? Y en casos de viviendas sociales ¿No se oyó en más de una ocasión qué pisos baratos de Protección Oficial se vendían con una entrada bajo cuerda, la que no figuraba en ningún documento? ¿No es esto también especulación? ¿Cómo se puede poner a guardar gallinas a una zorra? Si todo este desarrollo urbanístico requiere un gran control ¿Por qué no se hace? ¿Qué es lo mejor, no construir nada? ¿Que se espera, que ante la falta de viviendas asequibles se despierte de nuevo una demanda de pisos a la que no le importe los precios inflados como estaban antes? Dudo mucho que esto vuelva a suceder.
En cualquier producto de consumo la oferta y la demanda se autorregulan sin necesidad de intervención estatal, sin embargo en la construcción de viviendas sí debe intervenir el Estado, sobre todo cuando las formas y los fondos conducen a un callejón sin salida como este en el que nos encontramos. La construcción bien llevada es vital, esto sí que permitiría un desarrollo estable en multitud de profesiones y sectores: prefabricados, áridos y piedra natural; vidrio; madera; electricidad y/o energía limpia. Y el sin número de profesionales que intervienen en la construcción de viviendas.
Y así el resto de productos o servicios a la vivienda que están en manos de multinacionales, en ciertos casos actuando como si fuesen monopolios. Por ejemplo: ¿Cuántas opciones tenemos para cambiar de proveedor de energía eléctrica? Son tantos los que quieren dejarnos limpios los bolsillos, que difícilmente saldremos de esta crisis. Mientras no descartemos de la mente la idea de hacernos ricos en poco tiempo y no haya cambios en todas las estructuras sociales, no saldremos de la crisis. En España hemos sido contagiados casi todos con el germen de la avaricia y durante unos años se ha vivido imbuido por ese sentimiento. La crisis nos ha sacado de esa ensoñación y según se va alargando pondrá al descubierto la necesidad de un profundo cambio en la forma de hacer política económica, asumiendo que lo importante es vivir creciendo en el ser y no en el tener, conceptos básicos que se han invertido.
Que habilidad tan grande se dan los gestores de las macroeconomías para subir los recibos: luz, gas, teléfono,…que como una subida al año sería escandalosa, se hace en dos o tres subidas, así queda más disimulada. Que un recibo cada dos meses trastoca la economía familiar, se pone un recibo cada mes. Y así como el recibo baja a la mitad se puede subir sin que se note mucho. ¡Como van a renunciar a ese fácil incremento del patrimonio! Lo que para cada español es muy poco, un euro, para un recaudador avispado son 46 millones de euros. 7.636 millones de pesetas. Pongo estas macrocifras para que nos demos cuenta como ingresan el dinero algunas de las grandes empresas o multinacionales en España. Recordemos como se vanagloriaban los consejos de administración en los balances anuales anunciando a bombo y platillo, a toda página, en los diarios de mayor tirada los desbordantes resultados positivos de sus empresas: Lo han hecho bien: buena gestión y un largo tiempo de bonanza. Recordemos la cantidad de transacciones económicas que se han hecho el los últimos treinta años, la cantidad de fincas e inmuebles que es han comprado y vendido. El estado español han crecido aceleradamente por esta causa, había dinero para todo, hasta para hacer nuevos ayuntamientos seis veces más grandes y para ampliar en número los funcionarios. No lo comento porque no sea lógica la tendencia a crecer, es lógica y natural. El problema es hoy, cuando la recaudación ha disminuido estrepitosamente. Muchas formas de vida y trabajo hoy se ha hecho inviables, e inevitablemente hay que hacer cambios, y hay que acometerlos sin dilación.
Se dice que el 50 % del precio de la gasolina son impuestos. ¿Y los gastos sociales del país, cuántos son? Cuando las necesidades son tantas, el presupuesto para atender dichas necesidades hay que sacarlo de donde sea. Y, ¿Es bueno que entremos en esa situación de angustia en la que la clase obrera es doblemente perjudicada? No se puede cargar a las espaldas sobre personas con fuerzas limitadas los pesos que se cargan de manera injusta con argucias de buen vendedor. Si ya setenta y dos mil euros que vale la construcción de un piso, una parte importante se la lleva el estado en impuestos, no se como se inflan tanto los precios con la única justificación de que hay mucha demanda, ocultando el deseo vehemente de algunas personas de hacerse multimillonarios. Cómo podrá una inmobiliaria cobrar un 5 % ó un 10 % por la venta de un piso, por hacer sólo dos visitas y un contrato tipo, cobrando de quince mil a treinta mil euros, por una operación. ¿Cuánto tarda un trabajador en poder pagar estas cantidades? Incremento cargado a un piso ya carísimo. Cinco millones de pesetas más, cinco años más para pagarlo. Creo que hemos vivido unos años en que la gente no tenía conciencia de lo que estaba ocurriendo, ni vendedor, ni comprador, ni intermediario. Mejor es pensar eso, porque si pienso otra cosa me va a invadir la tristeza, no acepto que el ser humano en general pueda ser tan ruin y ambicioso.
Finalmente esta reflexión me lleva al convencimiento de que la crisis en España durará de cinco a diez años, incluso tomando medidas; si no se acomete el problema con honradez, valentía y sin importar lo anti popular que pueda ser, podemos desembocar en una situación de verdadero drama y de una gran vergüenza internacional para España. Un país, que en el pasado fue admirado en todo el mundo: por su gran riqueza intelectual, moral y también económica.
En esta situación y viendo que la construcción ha sido el motor de nuestra economía no se porque no se confía en ella. El motor hace que el coche se mueva si el coche respeta las normas viales, si no las respeta tendrá muchos accidentes. El problema está en el conductor no en el motor que tan necesario es.
Los pisos, durante cinco años, deberían estar exentos de impuestos, aunque sólo fueran los de obra nueva, veríamos como al reducirse los precios a la mitad se estimularía el consumo. Es mejor aceptar una depreciación de un 30 % y mirar de arrancar, que tratando de contener una depreciación mayor nos vayamos a un 60 % por tener inmovilizado al sector.
DC
Diciembre 2009