Archivo de diciembre de 2008

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 13 de diciembre de 2008

13 de diciembre 2008 – Sábado

  

                                             Elías ya ha venido, y no lo reconocieron
 

Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?. Él les contestó: Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos. Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.

 

Si 48, 1-4.9-11; Sal 79, 2-3.15-19 . Mateo 17, 10-13

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 12 de diciembre de 2008

12 de diciembre 2008 – Viernes

  

                                             Los hechos dan razón a la sabiduría
 

Dijo Jesús a la gente: ¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado”. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.  

 

Is 48, 17-19; Sal 1, 1-6 . Mateo 11, 16-19

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 11 de diciembre de 2008

11 de diciembre 2008 – Jueves

  

                                           No ha nacido uno más grande que Juan
 

Dijo Jesús a la gente: Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.

 

Is 41, 13-20; Sal 144, 1.9-13 . Mateo 11, 11-15

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 10 de diciembre de 2008

10 de diciembre 2008 – Miércoles

  

                                     Venid a mi los cansados y agobiados                                                                                                         
 

Exclamó Jesús: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

Is 40, 25-31; Sal 102, 1-4.8.10 . Mateo 11, 28-30

Lectura diaria de la Biblia

martes, 9 de diciembre de 2008

9 de diciembre 2008 – Martes

        Vuestro Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños                                                                                                                               
 

Dijo Jesús a sus discípulos: ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida?. Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. 

Is 40, 1-11; Sal 95, 1-3. 10-14 . Mateo 18, 12-14

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 8 de diciembre de 2008

8 de diciembre 2008 – Lunes

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.

Gn 3, 9-15. 20; Sal 97, 1-4; Ef 1, 3-6.11-12 . Lucas 1, 26-38

Las buenas intenciones solas no resuelven nada

lunes, 8 de diciembre de 2008

Las buenas intenciones, los buenos deseos no resuelven nada.

No se puede dejar nada para mañana, se corre el riego de no hacerlo nunca. El ayer y el mañana debemos quitarlo del pensamiento.

Si eres creyente seguro que estarás lleno de buenos sentimientos, tendrás un corazón noble, amarás el bien y rechazarás la injusticia. Hasta ahora todo lo anterior se gesta y procesa en la mente, pero mientras no haya acción no valdrán para nada los buenos pensamientos. Los no creyentes también son buenos y se gozan en el bien. Los malos lo son por ignorancia. Pero el problema de hacer bien o no hacerlo, nos atañe más a los creyentes. Nosotros partimos de la base de creer en Dios, de que Dios es nuestro creador y que nosotros nos consideramos como hijos suyos. Nosotros sabemos que Dios tiene un plan de perfección, el cual nos lleva a la vida eterna. En el reino de Dios no puede entrar nada impuro, nada que pueda contaminar el Espíritu de amor bondad y entrega que tienen los que se sienten verdaderos hijos de Dios ¿Qué debe hacer ese que se siente verdadero hijo de Dios aun aquí en la tierra? Ayudar al Padre a que su creación crezca y mejore desde dentro, desde la tierra.

No basta querer morirse porque uno se cree merecedor de los bienes del cielo y dejar aquí (en la tierra) a otros hermanos nuestros que arreglen el cotarro y hagan nuestro trabajo.

La verdadera conciencia no está en desear el cielo, sino en vencer la impotencia haciéndose instrumento para acelerar el proceso de perfección al que está llamada toda la humanidad.

Todos tenemos en mente miles de proyectos, que los vamos posponiendo porque creemos que llegará un día en que sea más propicio para llevarlos acabo. Eso es un error, ese día nunca llegará. Uno se hace en el camino, uno se forma en ese caminar; lo que hagas en ese trayecto es lo que te enriquecerá o te destruirá. De ahí la importancia de la acción. Y hasta ahora sólo he hablado de lo beneficioso para uno mismo con el tipo de acción que uno emprenda. Ahora diré en la medida que influyen nuestras acciones en la transformación de los demás. No valdrá que digamos: Señor yo soy bueno, yo no hice mal a nadie. Nos dirán: ¿Y qué bien hiciste? ¿Qué hiciste que pudiera influir en los demás y verse contagiados por tus buenas obras? Esa es la cuestión. No permanecer impasibles como si el trabajo lo tuvieran que hacer otros.

Nosotros, los creyentes, tenemos que dejarnos mover por el Espíritu de Jesús y actuar como lo hizo Él, no importa el tiempo que estemos en la tierra en carne y hueso. Lo que importa es que si nos consideramos herederos de los tesoros del cielo, ayudemos a que otros hermanos nuestros también puedan disfrutar de ellos y, sobre todo, gocen de la creación, se alegren de haber nacido y mejoren sus condiciones de vida para que ayuden en esa transformación.

La creación es algo maravilloso, la creación no para de evolucionar y en esta misma creación global, está inmersa la propia creación del hombre. Todo nuestro progreso, todo nuestro bienestar, todos los avances de la ciencia y la tecnología, forman parte de la creación de Dios. No podemos ni debemos pretender independizarnos de nuestro creador, al que tanto debemos, trabajemos junto a Él para adelantar nuestra salvación.

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 7 de diciembre de 2008

7 de diciembre 2008 – Domingo

 

 

Is 40, 1-5.9-11: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se a cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados. Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor-. Súbete a lo alto del monte, heraldo de Sión, alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusalén, álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, su brazo domina. Mirad: le acompaña el salario, la recompensa le precede. Como un pastor apacienta el rebaño, su mano las reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida de las madres.

 

Sal 84, 9-14: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

 

2p 3, 8-14: No perdáis de vista una cosa: para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegraran abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser nuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.  
 

Marcos 1, 8: Comienza el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Juan bautizaba en el desierto: Predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con  Espíritu Santo.

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 6 de diciembre de 2008

6 de diciembre 2008 – Sábado

  

                                                          Lo recibido gratis, dadlo gratis

                                                                                                                                         
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a la gente, se compadecía, de ellas porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.   

 

Is 30, 18-21. 23-26; Sal 146, 1-6 . Mateo 9, 35-10, 1.6-8

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 5 de diciembre de 2008

5 de diciembre 2008 – Viernes

  

                                                          Ten compasión de nosotros

                                                                                                                                         
Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: Ten compasión de nosotros, Hijo de David. Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacerlo? Contestaron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Que os suceda conforme a vuestra fe. Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó: ¡Cuidado con que lo sepa alguien! Pero ellos, al salir, hablaron de el por toda la comarca.

 

Is 29, 17-24; Sal 26, 1.4.13-14 . Mateo 9, 27-31