Archivo de noviembre de 2008

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 20 de noviembre de 2008

20 de noviembre 2008 – Jueves

       

 

                                          No reconociste el momento de mi venida

                                                                                                                                         
Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrastrarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no conociste el momento de mi venida.

 

Ap 5, 1-10; Sal 149, 1-6.9 . Lucas 19, 41-44

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

19 de noviembre 2008 – Miércoles

       

 

                                                             Negociar mientras vuelvo

                                                                                                                                         
Dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Sus conciudadanos que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: “No queremos que él sea nuestro rey”. Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cado uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu onza a producido diez”. Él le contestó: “Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. El segundo llegó y dijo: “Tu onza, señor, ha producido cinco”. A ése le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras”. Él le contestó: “Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la onza y dádsela al que tiene diez”. Le replicaron: “Señor, si ya tiene diez onzas”. Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. Y a esos enemigos míos, que no me querían, por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”. Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

 

 

Ap 4, 1-11; Sal 150, 1-6 . Lucas 19, 11-28

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martes, 18 de noviembre de 2008

18 de noviembre 2008 – Martes

       

 

                                                   Hoy tengo que alojarme en tu casa

                                                                                                                                         
Entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahan. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

 

 

Ap 3, 1-6. 14-22; Sal 14, 2-5 . Lucas 19, 1-10

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lunes, 17 de noviembre de 2008

17 de noviembre 2008 – Lunes

       

                                                    Recobra tu vista, tu fe te ha curado

                                                                                                                                         
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: Pasa Jesús Nazareno. Entonces gritó: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David ten compasión de mí! Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? Él dijo: Señor, que vea otra vez. Jesús le contestó: Recobra la vista, tu fe te ha curado. Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.  

Ap 1, 1-4; 2, 1-5a; Sal 1-6 . Lucas 18, 35-43

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domingo, 16 de noviembre de 2008

16 de noviembre 2008 – Domingo

 

Pr 31, 10-13,19-20.30-31: Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?, vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

 

Sal 127, 1-5: Dichoso el que teme al Señor.

 

1Ts 5, 1-6: En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: paz y seguridad, entonces, de improviso, le sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está en cinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

 

Mateo 25, 14-30: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre, al irse de viaje llamó a sus empleados y les dejó encargados de sus vienes: a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo con ellos y ganó otros dos. En cambio el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará, hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.  

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sábado, 15 de noviembre de 2008

15 de noviembre 2008 – Sábado

       

                                                        Dios hará justicia a sus elegidos

                                                                                                                                         
Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”. Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

 

3jn 5-8; Sal 111, 1-6 . Lucas 18, 1-8

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viernes, 14 de noviembre de 2008

14 de noviembre 2008 – Viernes

       

                                                      El que pierda la vida la recobrará

                                                                                                                                         
Dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabo con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: Aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán. Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? Él contestó: Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.

 

2jn 4-9; Sal 118, 1-2.10-11.17-18 . Lucas 17, 26-37

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jueves, 13 de noviembre de 2008

13 de noviembre 2008 – Jueves

       

                                           El reino de Dios está dentro de vosotros

                                                                                                                                         
A unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: El reino de Dios no vendrá espectacularmente ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros. Dijo a sus discípulos: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

 

Fln 7-20; Sal 145, 7-10 . Lucas 17, 20-25

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

12 de noviembre 2008 – Miércoles

       

                                                        Los otros nueve, ¿dónde están?

                                                                                                                                         
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Tt 3, 1–7; Sal 22, 1-6 . Lucas 17, 11-19

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martes, 11 de noviembre de 2008

11 de noviembre 2008 – Martes

       

                                                           Somos unos pobres siervos

                                                                                                                                         
Dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “Enseguida ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

 

Tt 2, 1–8. 11-14; Sal 36, 3-4. 18.23.27.29 . Lucas 17, 7-10