19 de octubre 2008 – Domingo
Is 45, 1.4-6: Así dice el Señor a su ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro, fuera de mí no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de oriente a occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro.
Sal 95, 1-5. 7-10: Aclamad la gloria y el poder del Señor.
1Ts 1, 1-5b: Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el evangelio entre nosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.
Mateo 22, 15-21: Se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuestos al Cesar o no? Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: ¡Hipócritas! ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. Le presentaron un denario. Él les preguntó: ¿De quién son esta cara y esta inscripción? Le respondieron: Del Cesar. Entonces les replicó: Pues pagadle al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.