Archivo de junio de 2008

Lectura diaria de la biblia

lunes, 30 de junio de 2008

1 de julio 2008 – Martes

                                                

                                                      ¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!
 

  Subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; Él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: ¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!. Él les dijo: ¡Cobardes! ¡Qué poca fe!. Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!

 

Am 3, 1-8 – 4, 11-12; Sal 5, 5-9 . Mateo 8, 23-27

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domingo, 29 de junio de 2008

30 de junio 2008 – lunes

                                                

                                                            Te seguiré a donde vayas
 

Viendo Jesús que le rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré a donde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madriguera y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. Otro, que era discípulo, le dijo: Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Jesús le replicó: Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.

 

Am 2, 6-10.13-16; Sal 49, 16-23 . Mateo 8, 18-22

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domingo, 29 de junio de 2008

29 de junio 2008 – Domingo

 

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

Hch 12, 1-11: El rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: Date prisa, levántate. Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: Ponte el cinturón y las sandalias. Obedeció, y el ángel le dijo: Échate el manto y sígueme. Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor a enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos. 

 

Sal 33, 2-9: El ángel del Señor librará a los que temen a Dios

 

2Tm 4, 6-8.17-18: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar integro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

MATEO 16, 13–19: Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: ¡Dichoso tú Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

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sábado, 28 de junio de 2008

28 de junio 2008 – Sábado

                                                

                                                       Que se cumpla lo que has creído
 

Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Jesús le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó: Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve” y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel  no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la tomó de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; Él con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.   

 

Lm 2,2.10-14. 18-19; Sal 73, 1-7. 20-21 . Mateo 8, 5-17

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viernes, 27 de junio de 2008

27 de junio 2008 – Viernes

                                                

                                                   Señor, si quieres, puedes limpiarme
 

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Extendió la mano y lo tocó, diciendo: Quiero, queda limpio. Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.

2R 25, 1-12; Sal 136, 1-6 . Mateo 8, 1-4

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jueves, 26 de junio de 2008

26 de junio 2008 – Jueves

                                                

                                            No todo el que dice señor, señor…
 

Dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros”? Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados”. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

2R 24, 8-17; Sal 78, 1-5.8-9 . Mateo 7, 21-29

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miércoles, 25 de junio de 2008

25 de junio 2008 – Miércoles

                                                

                                                           Por sus frutos los conoceréis
 

Dijo Jesús a sus discípulos: Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

 

2R 22, 8-13; 23, 1-3; Sal 118, 33-37.40 . Mateo 7, 15-20

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lunes, 23 de junio de 2008

24 de junio 2008 – Martes

                                                

   SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
 

A Isabel se le cumplió el tiempo de parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: ¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron: Ninguno de tus parientes se llama así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser este niño?. Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en le desierto hasta que se presentó a Israel.  

 

Is 49, 1-6; Sal 138, 1-15; Hch 13, 22-26 . Lucas 1, 57-66.80

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lunes, 23 de junio de 2008

23 de junio 2008 – Lunes

                                                

                                                           Sácate primero la viga del ojo
 

Dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros y la medida que uséis la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en al viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.

2R 17, 5-8.13-15a. 18; Sal 59, 3-5. 12-13 . Mateo 7, 1-5

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domingo, 22 de junio de 2008

22 de junio 2008 – Domingo

Jr 20, 10-13: Dijo Jeremías: Oía el cuchicheo de la gente: “Pavor en torno”.  Delatadlo, vamos a delatarlo, mis amigos acechaban mis traspiés. Haber si se deja seducir y lo violaremos, lo atraparemos y nos vengaremos de él. Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los Ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo intimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.  

 

Sal 68, 8-10.14.17.33-35: Que me escuche tu gran bondad, Señor.

 

Rm 5, 12-15: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había ley. Pues a pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con un delito como el de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.

 

Mateo 10, 26–33: Dijo Jesús a sus apóstoles: No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse;  nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.